Una colección de arte.

Algunos de los que habéis leído el post anterior me habéis preguntado que sí, que hacer, hacer, está muy bien… Pero.. qué pasa cuando algo no sale bien? Qué pasa cuando haces y las cosas no funcionan como uno había planeado?. Cómo se arregla? Qué sucede cuando no solo no se ha conseguido el éxito, si no que ha habido resultado inesperados, que incluso pueden haber sido dañinos para alguien?

La respuesta está al alcance de la mano. Pero la encontré en el taller de Marina Anaya, una artista plástica ubicada en Madrid (). En sus obras transmite la idea de la libertad, reflejada en la naturaleza, sus formas y colores. Bueno, no soy un especialista en arte, pero la verdad es que lo que ella hace es bonito. Simplemente, me gusta.

Estuve hace unos días en su taller, y me llamó la atención una columna, en la que se encontraban montones de respuestas a vuestras preguntas sobre el post anterior. Aproveché para preguntarle a Marina por aquello, que me parecía tan inusual. Ella me habló de por qué coleccionaba vuestras respuestas. Como artista que es, aquello tenía todo el sentido del mundo, pero me gustó el aprecio que tenía por aquellos pequeños utensilios de su trabajo que coleccionaba.

Marina colecciona gomas de borrar, las cuelga con mimo de una columna de su taller, recordando la procedencia de cada una de ellas, recordando también quizá qué borró con cada una de ellas, recordando cómo borrar ayudó al proceso de construcción, a completar la obra que estaba en marcha. Borrar es una parte del proceso creativo. Es tan importante equivocarse como eliminar lo que sobra. Y ambas se hacen con la misma herramienta. No me extraña que alguien quiera coleccionar una herramienta tan importante!

Cuando algo no sale bien, la goma de borrar es lo que nos debe ayudar a dar el siguiente paso. Cuando otros son los dañados, la goma de borrar está en la palabra “perdón”, también en un abrazo. A veces la goma de borrar debemos usarla con nosotros mismos, aprender a dejar atrás lo que no fue bien y dar un paso adelante. Quizá este paso se nos pueda hacer complicado, pero en ese caso siempre podremos pedir ayuda.

Saquemos la goma de borrar! No dejemos que las lineas que ya no sirven queden para siempre en el papel, estropeando el dibujo entero. Borremos, y volvamos a pintar sobre lo borrado.

delete Por cierto… sabéis cual es la palabra más buscada en el diccionario? “Cultura”. Por algo será…

Ritmo!!

Una de las claves de la escucha activa es la repetición de las palabras que nuestro interlocutor. De esa manera, utilizando el mismo lenguaje que la otra persona, sabremos que él se sentirá escuchado por nosotros, al compartir exactamente los mismos términos. Consiste en estar en la misma onda, en el mismo bando, llevar el mismo ritmo.

Y es que el ritmo es algo fundamental. Cuantas veces nos hemos encontrado con un interlocutor que nos dormía con su hablar pausado, con su multitud de detalles, con sus pausas demasiado largas? Cuantas veces nos hemos sentido aturdidos por las ideas inconexas de quien nos habla, por no terminar ninguno de los temas abiertos en la conversación? Cuantas veces hemos notado que había algo que no cuadraba?

Y es que encontrar alguien con quien bailar con las palabras, con quien compartir el ritmo, hace que la vida se llene de música, de buena música.

Los mejores bailarines son los que son capaces de hacer que cualquier baile parezca sencillo, por complicado que sea. Pero las mejores parejas de baile son aquellas que pueden adaptarse, y son capaces de bailar cualquier tipo de música, ya sea un tango, una salsa o un hip-hop.

Expresarse.

Hablábamos ayer de Miguel Strogoff, de la conveniencia de expresar lo que todos llevamos dentro, de hacer que brote, de comunicarlo.

La comunicación implica dos personas, uno que emite, y otro que recibe. Hasta ahí todos lo tenemos claro. Pero sabemos que muchas veces nos encontramos con problemas para hacernos entender o para entender a la persona que quiere comunicarnos algo. En este caso debemos poner el acento en el cómo comunicamos.

Si miramos hacia nosotros mismos, debemos tener claro cual es nuestra manera ideal de comunicarnos. Puede que al hablar nos encontremos con dificultades a la hora de encontrar la palabra adecuada, que nos falte reflexión, que el discurso nos parezca atropellado, que al terminar de hablar nos surjan las ideas que debíamos haber comentado. O puede que al hablar sintamos que estamos expresando todo tal y como queremos.

También puede que al escribir nos entre la pereza, pensemos que “Sería más fácil si estuviera aquí”, nos desesperemos y dispersemos, pensemos que no servimos para escribir. O puede que en la pausa de la escritura encontremos la calma necesaria para expresar lo que queremos.

Puede, también, que pensemos que lo que de verdad haría que el otro lo entendiera fuera un abrazo o una caricia.

Tal y como hemos comentado, en la comunicación siempre hay dos personas. Y el que recibe también puede encontrarse en dificultades a la hora de escuchar (“Ojalá tuviera esto en vídeo, para poder verlo mil veces, para no perderme un solo segundo”), a la hora de leer (“Qué tono tendrá todo esto? Como debo interpretarlo? Me faltan señales, le falta vida”) o a la hora de sentirlo (“Muchas palabras, muchas palabras… pero ni siquiera me coge la mano”).

El arte es quizá el arte supremo de la comunicación. Los artistas (sobre todo los buenos), consiguen expresar sensaciones y, sobre todo, transmitirlas. Cuando un artista, ya sea pintor, músico, actor, escritor o perteneciente a cualquier otra disciplina, consigue conectar con nosotros, nos sentimos identificados, porque consigue encontrar el canal adecuado y nos transmite la idea de la manera en la que nosotros necesitamos entenderla.

Haces años hice un viaje a Islandia, un sitio verdaderamente especial. Hasta ahora no había encontrado la manera de expresar qué supone ese país, qué debo explicar para transmitir lo que tiene de especial esa isla. Hasta ahora, que alguien ha conseguido poner imágenes a lo que yo necesitaba expresar

A veces llega la ilusión cuando uno menos lo espera.