Conversaciones con Marina Abramovic

Marina Abramovic es una artista contemporánea, denominada como “la abuela de las performances”. Lleva más de cuarenta años removiendo el interior de aquellas personas que acuden a sus espectáculos. En ellos siempre trata de romper los límites y las fronteras con las que nos encontramos en el día a día. Siempre transgresora, Marina Abramovic realiza performances en las que los asistentes pueden, por ejemplo, elegir herirla (o no) con una serie de armas a su disposición. En alguna de las más conocidas, muestra cómo se abofetea con su novio o cómo juega con un cuchillo entre sus dedos, para hacernos reflexionar sobre el instinto colectivo, las relaciones entre hombre y mujer, los propios sentimientos…

En la exposición retrospectiva que de ella se hizo en el MoMA en el 2010, Marina y su entorno idearon una performance completamente novedosa. En ella Marina se sentaría en una silla, y frente a ella colocarían una silla exactamente igual, en la que podrían sentarse aquellas personas del público que quisieran. Marina, vestida con un largo y pomposo vestido monocolor levantaría entonces la mirada y se quedaría quieta, frente a la persona del público que en ese momento se encontrara allí, en silencio, mirándose mutuamente a los ojos. La persona invitada se levantaría cuando quisiera, cuando notara que era el momento adecuado.

Durante tres meses, durante 10 horas al día, Marina Abramovic se sentaba frente a desconocidos, en silencio. Miles de personas fueron a la exposición, cientos de ellos pudieron sentarse frente a la artista, en silencio. Y muchos de ellos se emocionaron profundamente.

Por qué un acto tan sencillo como mirarse a los ojos es tan emotivo? Qué tiene de especial ese momento, para que cientos de personas estén horas esperando frente al museo? Es Marina una persona especial? Es esto arte?

Realmente son preguntas a las que no puedo responder, sobre todo a la última. Pero…lo que es cierto es que las personas que se sentaban frente a Marina Abramovic sentían que era su momento, que no había nadie más a su alrededor, que no les importaba abrirse, dar paso a las emociones, exponerse, sentirse especiales.

Justo lo que el coaching debería ofrecer.

Las lecciones de Lucy. Medir los problemas.

Hace ya unos días que la India quedó atrás, pero aún continúa Lucy en la memoria. Recuerdo que charlando con ella, me preguntó cuanto costaba mi hotel. El alojamiento en sí era una cabaña hecha con tableros. Le contesté que costaba 1500 rupias al día (unos 34 €), y se sorprendió mucho. Ella, que vive en el interior del país, viaja a la playa de Palolem para aprovechar los meses de verano. Y me contó que la habitación que ella alquila le costaba 600 rupias… el mes completo.

Hablando de los precios, me comentó que en los meses en los que no hay turismo, ella vive en el interior con su familia, y que se dedican a la agricultura. Entre todos sacan 5 rupias al día trabajando en el campo. 5 rupias. 5 rupias equivalen a siete céntimos de euro. Entre todos. Para comprar un menú del VIPS tendrían que trabajar 142 días.

Ahí tenéis una foto de Lucy. Me convenció para que comprara en su tienda un detalle, y estuvimos regateando un buen rato. Es buena negociando, de eso podéis estar seguros.

No quisiera hablar de las diferencias económicas entre países, o de cooperación, este no es el blog. Este es un blog de coaching, y.. que se puede aprender de Lucy en esta ocasión?

Cada uno de nosotros tenemos nuestros propios problemas, y afrontarlos desde la emoción puede resultar muy complicado, pues puede “nublarnos” la vista. El propio problema nos absorbe, nos envuelve. Sin embargo, conocer otro punto de vista puede liberarnos.

Y hay dos maneras de cambiar ese punto de vista. La primera es alejarse físicamente, comparar el problema con otros, propios y ajenos. Es más sencillo afrontar un problema cuando sabes que aún podrás encontrar una cama para dormir o que puedes caminar para escapar si es necesario. La otra manera es alejarse temporalmente. Será este asunto que tanto nos preocupa ahora mismo relevante dentro de dos años? Piensa en dos años atrás. No tuviste algún problema que te agobiaba de la misma manera? Que relevancia le das ahora mismo a aquello que tanto te agobiaba?

Lucy no dijo esas palabras, exactamente. Pero no hacía falta. Me recordó a medir los problemas. Gracias, Lucy!