La huelga y la tormenta.

Aprovechando el día de huelga, y que el otro día hablamos de la creatividad y los brinicles, quisiera comentaros que siempre me ha parecido que las huelgas son un elemento relativamente sencillo de convocar. No es esta una crítica a aquel que quiera hacer huelga, todos tenemos derecho a hacerla, y además es fundamental que tengamos ese derecho. Simplemente creo que ha perdido la eficacia que les podría caracterizar, y que faltan nuevas ideas que consigan el objetivo que se persigue.

Creo que los pilotos de Iberia deben estar de acuerdo conmigo en que es sencillo convocar huelgas, porque parece que no se les ocurre nunca ninguna otra idea para conseguir sus objetivos. Y.. la verdad, dudo de que alguna vez las huelgas consigan sus éxitos.

Así que apelo a la creatividad de todos vosotros, para que propongamos nuevas ideas para conseguir objetivos de una manera pacífica, creativa y que llegue al fondo del problema. Lo mejor es tratar de razonar las posibles ideas, saber hacia dónde tratan de atacar. Yo propongo también una que se me ha ocurrido, pero seguro que a lo largo del día también puedo participar.

– Sabemos que muchos partidos políticos están presos de grandes empresas y bancos. Y que estas grandes corporaciones son las que pueden apretar a los partidos políticos y al gobierno. Podríamos, durante las dos semanas previas al día fijado, dedicarnos a llamar a las grandes empresas con las que tenemos contratos (bancos, compañías de telecomunicaciones, de energía…) solicitando que con la fecha concreta acordada cancelaremos nuestro contrato a no ser que el Gobierno retire la ley que queremos que se retire. Las compañías no harían caso a un caso específico, pero si se reciben miles de solicitudes similares, seguro que harán todo lo posible para no perder esos clientes. Además, la contabilidad de aquellos que protestan será mucho más sencilla, las grandes empresas tienen estos números muy calculados. Y sabremos exactamente cuanta gente está protestando.

Espero vuestras aportaciones! Tormenta de ideas!

Coaching en la Universidad

El pasado viernes tuve la oportunidad de dar una pequeña charla en la Universidad Europea de Madrid acerca de lo que es el coaching. Entre todos hicimos una pequeña práctica en grupo de una sesión. Esto tiene sus inconvenientes, ya que es un ejercicio individual que intentamos hacer de manera grupal. A veces funciona, a veces no tanto… Es complicado conseguir llegar a tratar a todas las personas de un grupo de manera individualizada, que sientan que estas haciendo la sesión exclusivamente con ellos. Pero, al menos lo intenté!

De todas las sesiones se puede aprender algo. Esta ocasión me sirvió para recordar que el coaching no es una panacea. El coaching puede servir para ayudar a conseguir los objetivos de muchas personas. Objetivos diferentes, personas diferentes. Pero no todos los objetivos, ni los de todas las personas. No debemos caer en la tentación de pensar que la herramienta que tenemos es definitiva, y que no hay ningún problema que no se pueda resolver con el coaching. No es cierto. Hay personas para las que hablar de sus objetivos con un desconocido no le ayudará. Y debemos entenderlo y respetarlo. Nuestra disciplina está a disposición de aquellos que quieran utilizarla, pero nunca servirá si forzamos a que alguien haga coaching.

El coach está a disposición del cliente. Y eso es algo que no debe cambiar nunca.

Aprovecho para agradecer a la UEM el haber contado conmigo. Siempre es interesante saber que el coaching tiene un hueco en las agendas de las universidades! Y gracias a todos los asistentes por participar!

Ser críticos.

La presión social es algo que todos sentimos. En algunas ocasiones le hacemos casos, en otras, ninguno. Podemos escapar a la presión por ver Gran Hermano o comprar un CD del grupo del momento, pero a veces la presión nos vence a la hora de reírnos de chistes que no nos hacen gracia o de apoyar una idea con la que no estamos de acuerdo, pero en la que nos encontramos solos defendiéndola. Podemos ignorarla o no, pero lo que sí hacemos es sentirla.

La sociedad, en los últimos años, nos ha enseñado a ser críticos, a no dar nada por sentado, a mostrar nuestra opinión, a mostrar al mundo que tenemos una opinión. Lo cual es bueno, nos hace diferenciarnos del sistema, mostrarnos y reafirmarnos como individuos. En los últimos años han crecido los grupos antisistema, se habla más de la escena cultural independiente, se tiene más en cuenta lo que está fuera de los circuitos comerciales. Ahora todo lo que no pertenece a lo establecido es visto con un interés especial. Dicho lo cual, resulta paradójico que la sociedad nos presione para diferenciarnos de la misma.

Sin embargo, hay opiniones que dicen que este fenómeno, el no querer continuar con la línea marcada, el mostrar nuestras diferencias, ha conseguido un efecto curioso, el de no poder disfrutar de todo lo que nos rodea. Ahora el espíritu crítico nos invade, nos hace estar siempre en desacuerdo con algo, no dar nuestra conformidad al cien por cien de nada, mostrar aunque sean pequeñas retincencias o apuntes mínimos. Ahora se lleva el “sí, pero”, el “no ha estado mal, pero…”, el “forman parte del sistema” como adjetivo del desprecio.

A veces me pregunto si en los partidos de fútbol los entrenadores están pensando durante el partido en qué van a decir en la conferencia de prensa, si están pensando en cuales van a ser sus respuestas a las previsibles preguntas. Y este es justo el efecto del que hablo. Estar pensando en mi opinión, en mi valoración, antes que en el propio disfrute.

Qué fácil es escuchar tras un concierto “pues el de la gira anterior estuvo mejor”, que fácil es decir que Paul Auster está acabado, que sus primeros libros fueron mejores. Y que complicado es escuchar a alguien salir de una película entusiasmado, embargado por la historia que acaba de disfrutar. Siempre dejamos un pequeño resquicio para nuestra opinión, para dejar claro que no estamos de acuerdo al 100%, que no nos dejamos llevar.

Seguramente al leer este post digas “sí, algo de eso hay, pero…”

El ser crítico es algo necesario, importante y en algunos casos decisivo. Sin embargo, no debemos dejar que el serlo no nos permita disfrutar de la vida y de lo que nos ofrece. (Y… ojo! No lo digo por este post! Espero vuestras críticas!)