Astrolabios.

Cada disciplina tiene su propio lenguaje, su propia manera de expresarse. Y hay dos disciplinas que, en mi opinión, destacan por el sonido de sus palabras: La tauromaquia y la navegación. En el mundo de los toros encontramos palabras como bregado, garapullo, astas, volapié, monosabios o garrocha. Y en el lenguaje del mar, o la mar, según donde nos hallemos, palabras como botavara, estrobo, aparejo, gavia, obenque o tojino.

Cada palabra tiene su propio y único significado, y cada palabra no quiere significar otra cosa que lo que significa. Las palabras están hechas para comunicarse, para ser escuchadas. Y comprendidas.

La comunicación es algo bidireccional. Consiste en hablar, pero también en escuchar. Hablar siempre parece más sencillo que escuchar, y es que pocas veces se nos enseña a escuchar. Una de las claves es saber qué es lo que el otro tiene que decir, y para ello no hay nada más fácil que usar y repetir las mismas palabras que nuestro interlocutor ha dicho. Si alguien utiliza la palabra “decepción” para él significa “decepción”. No significa “problema”, ni “preocupación”, ni “malestar”. No. Significa decepción. Y si utilizamos una palabra diferente, nuestro interlocutor sentirá que no le estamos escuchando, que estamos modificando su discurso a nuestro antojo. Y tendrá razón. Quizá no lo hagamos con intención o de una manera consciente, pero ya estamos modificando su realidad, y no se sentirá escuchado.

Maga, este grupo pop español, quiso llamar a esta canción Astrolabios. No quiso llamarla de otra manera, quiso nombrarla con esta palabra tan sonora. No se me ocurre otra manera de tratar de recordarnos cómo debemos escuchar.

Las propuestas de El túnel.

Ya tenemos las respuestas a la pregunta del post de la semana pasada. ¿Cuál es tu propuesta para premiar el respeto al límite de velocidad en el túnel de Guadarrama? Queremos enviar una carta la DGT en la que solicitemos que se olviden de multar el mal comportamiento (el exceso de velocidad) y premien a aquellos conductores que respeten las leyes de tráfico.

Estas son las propuestas que hemos recibido:

– Sortear un curso de conducción en condiciones climatológicas adversas.
– Sortear ITV gratis.
– Exención por un año del impuesto de circulación.
– Un premio en metálico.
– Sorteo de un curso de conducción eficiente para ahorrar combustible.
– Crear un sistema de puntos positivos para acceder a descuentos en gasolineras o talleres.
– Entregar una pegatina en el coche que les certifique como buenos conductores.
– Sorteo de un vuelo en avioneta por la sierra de Segovia.
– Un mensaje que diga “Gracias por haber mantenido la velocidad correcta!” en las pantallas de señalización.
– Sorteo de una visita guiada por Segovia con un bono gastronómico para degustar las especialidades de cocina segoviana.
– Entregar puntos extra para el carnet.

Si os parece, enviaremos en la carta todas aquellas propuestas que reciban algún voto. De esa manera la DGT tendrá más opciones para premiar el comportamiento positivo.

Muchas gracias por todas vuestras propuestas! El jueves que viene hacemos el recuento y preparamos la cata.

A votar!!

La historia del hotel.

Estaba yo en la sala de espera del modesto hotel, tres estrellas, ningún lujo, pero moderno y recogido. Esperaba a un compañero que terminara de asearse tras su viaje. Madrid en primavera, un viernes por la tarde, algún movimiento de idas y venidas en el hall del hotel, releía el diario distraídamente, mientras atendía con curiosidad la lista de huéspedes que hacían cola frente al mostrador, atendido por un único recepcionista. El hombre atendía diligentemente a cada uno de los huéspedes y sus demandas. El trabajo se acumulaba, pero no parecía alterarse lo más mínimo.

Una joven pareja se unió a la espera. llevaban los dedos entrelazados torpemente, como si fuera la primera vez que jugaran con la mano del otro. Ella le miraba de soslayo, avergonzándose y sonriéndose al encontrarse con su mirada. Él trataba de mantener la compostura, pero estaba obviamente turbado. Se tocaba las gafas constantemente con la mano libre, presa del nerviosismo. Ninguno llevaba ningún equipaje, que quizá les hubiera resultado una excusa para ocupar sus gestos. Dejaron de ser los últimos en cuanto un hombre ya talludo se colocó a su espalda, con rostro afable. Miraba distraídamente el diario, tan distraídamente que pude ver que lo llevaba del revés.

Por fin le llegó el turno a la adorable pareja. Ambos pusieron una mano en el mostrador, manteniendo las otras entrelazadas a salvo de la mirada del recepcionista, que en aquel momento les preguntaba:

– Que desean?
– Una habitación, para una noche, por favor. – Se adelantó él, tratando de mostrarse decidido.
– Dos camas o cama doble.
– Si, una cama, por favor. -Él volvió a tomar la delantera, aunque a juzgar por la expresión de ella, nunca hubiera sido capaz de contestar aquella pregunta.
– Perfecto. – Respondió anotando el recepcionista. – Fumador o no fumador?

Ambos se miraron. Ella, ligeramente más baja que él, levantó la mirada para repetirle a él la pregunta. Él, sorprendido por la pregunta, supo que no podía responder sin hablar con ella.

– No sé. Tú fumas?
– Yo? – Respondió él.- Pero… no sé. No mucho. Y tú?
– Yo casi prefiero que no… si no te importa.
– No, no me importa. De hecho…, creo que no tengo cigarrillos.
– Entonces, no te importa si es de no fumadores?
– No, perfecto, perfecto.

Ella fue entonces la que respondió al recepcionista, que apuntó sin más el nuevo dato. Les dijo el precio de la habitación, recibió dos asentimientos con la cabeza y les entregó la llave de la habitación (“La 114, muy luminosa”). Entonces ella, acercándose al mostrador, y casi poniéndose de puntillas, se elevó hasta encontrarse junto al rostro del recepcionista. Haciendo pantalla con la mano, le susurró algo al oído, completamente inaudible para los demás. El recepcionista, al terminar ella su parlamento, se giró, recogió un papel de encima de su escritorio, y tras garabatear algo en él, se lo entregó. Ella le dio las gracias y ambos se alejaron en busca del ascensor.

Enseguida el hombre que les seguía en la fila ocupó su lugar. Llegó agitando el diario, sin dejar de mirar a la extraña pareja. Ambos esperaban la llegada del ascensor, y hasta que no entraron en el mismo rumbo a la 114, aquel hombre no se dirigió al recepcionista:

– Menuda pareja, eh?
– Perdón? – respondió el recepcionista.
– Digo que… Menuda pareja, eh? Reciben muchas así en este hotel?
– Qué desea?
– Porque… no sé. Un par de jóvenes así. Ella muy guapa, verdad? Sabe si se iban a quedar una noche o más?
– Disculpe, en que le puedo ayudar? – El recepcionista colocó sus manos sobre el mostrador como único gesto visible de su alteración. Su voz permaneció en el mismo tono constante.
– No me diga que no se ha fijado en ella, eh? Que piernas! Dígame, no he podido oír bien… Que es lo que decían sobre lo de las habitaciones de fumadores?
– Disculpe, señor. Desea usted alguna habitación?
– Que le ha dicho la señorita? . No se altere, conmigo puede ser franco, no saldrá de aquí.
– Desea el señor alguna habitación?

Aquel hombre se incorporó finalmente, recuperándose de su personaje amable. Miró severamente al recepcionista y le preguntó en viva voz:

– Eres Benito, verdad?
– Así es -respondió extrañado Benito-. Y el señor es….
– Domingo de las Cuevas, el dueño del hotel. Había oído hablar bien de ti, Benito, pero quería saber de primera mano que puedo tener unos empleados en los que pueda confiar. La discreción y la responsabilidad para con nuestros clientes es una de las virtudes a las que nunca deberemos falta en este hotel. Y -añadió, sacudiendo su mano- ahora sé que contigo aquí, Benito, puedo estar más que tranquilo. Enhorabuena.
– Gracias, señor. – respondió aún, boquiabierto, Benito.
– Domingo, llámame Domingo.

En aquel momento mi amigo, recién aseado y recuperado del viaje, bajaba por las escaleras con energía, esperando disfrutar de la tarde madrileña. Al verme absorto mirando al recepcionista y su interlocutor, me preguntó si todo iba bien.

– Por supuesto, por supuesto. -le contesté-. Oye, te has encontrado a una pareja buscando su habitación en tu planta?.
– Una pareja? No, por que?

Sonriendo, me di cuenta de que Domingo hacía un buen trabajo de selección. La curiosidad siempre está presente. Y solo dije “Por nada, por nada”, y le di unas palmadas en la espalda. Y salimos a la plaza Santa Ana, dispuestos a recorrer la ciudad antes de que el sol cayera.

“”La confidencialidad es unas de las competencias que se debe exigir a todo coach””.

El túnel.

Siempre ha habido ese debate entre recompensas y castigos. Debemos premiar las acciones buenas o castigar las malas? Hace muchos años la Dirección General de Tráfico se decidió por una de las dos opciones, e incluyó la palabra “multa” en todos los documentos en los que pudo.

El año pasado saltó la noticia de que en el túnel de Guadarrama, que une las provincias de Madrid y Segovia, se van a instalar cámaras a la entrada y salida del túnel, en ambos sentidos. Estas cámaras son capaces de leer las matrículas de los coches, y relacionar su hora de salida del túnel con la de entrada. Si el cálculo refleja que la velocidad media en el trayecto del túnel supera la velocidad máxima permitida… Exacto, ¡multa!.

Lo primero, felicitar a la DGT por inventar nuevos procedimientos sancionadores. La verdad es que son creativos…

Pero… y si le diéramos la vuelta a la tortilla? Y si entre todos encontramos una recompensa para la gente que respeta la velocidad máxima en este túnel? Y si encontramos la manera de recompensar el buen comportamiento? Si encontramos esa solución, yo me comprometo a hacerla llegar a la DGT e intentar que la pongan en marcha.

Mi propuesta es sencilla. Propongo que aquellos coches que respeten el límite de velocidad, entren en un sorteo de un curso de conducción en situaciones climatológicas adversas. Parece un curso divertido, y además serviría para mejorar la seguridad vial.

Cual es tu propuesta?

Entre todas las que se reciban votaremos la que más nos guste y la enviaremos a la DGT. Si, es posible! Gracias por participar!

FRA-CA-SAR

O lo que es lo mismo: estropear, malograr, fallar, hundir, desgraciar, errar, pifiar, quebrar, cagarla…

Me encanta esa historia en la que un gran banco francés perdió cerca de veinte millones de euros por un mal movimiento de unos de sus jóvenes brokers. En una rueda de prensa del director del banco para explicar aquella pérdida, uno de los periodistas le preguntó si podía confimar si aquel joven broker ya había sido despedido. “¿Despedido?” inquirió extrañado el director. “Acabo de gastarme veinte millones en su formación!”.

Y es que… alguien cree que Einstein definió la teoría de la relatividad a la primera? Alguien ignora que las palabras “Donald Trump” y “bancarrota” aparecieron juntas dos veces en los titulares de los periodicos?

Que tienen en común dos personas tan diferentes como Albert Einstein y el millonario americano, además de unos peinados imposibles? Ambos fracasaron, pero se volvieron a levantar y creyeron en ellos mismos. ¡Atención!Lo importante de esta frase está en la segunda parte: Se volvieron a levantar y creyeron en ellos mismos.

Fuga de cerebros.

En Recursos Humanos siempre estamos hablando del talento. De encontrar el talento, de retenerlo, de potenciarlo. ¡Qué difícil es encontrar a alguien en un proceso de selección que tenga las capacidades necesarias para triunfar en el trabajo encomendado y que además tenga pasión por el mismo!. Con la de pruebas que hacemos los de RH, con la de formación específica que se imparte, con la de objetivos que se fijan para que la persona sepa ir más allá, para obtener el potencial de todas las personas, para que puedan desarrollar eso que llamamos “talento”…

Siempre que hay una entrevista la persona al otro lado de la mesa busca encontrar el talento del candidato, desea encontrar sus fortalezas, sus capacidades, sus intereses. Desea conocer a fondo a esa persona, y poner todos los medios para que desarrolle todas sus capacidades.

Qué triste es cuando hay un talento desaprovechado, cuando no se ha cuidado al máximo de esas capacidades. Que lamentable es cuando ese talento es inabarcable, y se deja marchar porque no se ha cuidado.

¿Es peor no desarrollar el propio talento o no permitir que otros desarrollen el suyo?

**Los Rolling Stones han publicado 24 discos de estudio, 10 en directo, 3 EP y 93 sencillos, según la Wikipedia.