… Bastián Baltasar Bux roba La historia interminable, un libro que le atrapará, literalmente, y con el que realizará un viaje que nos maravilló cuando fuimos niños. El libro, editado con dos tintas, o la película, con el mítico Fújur, están en nuestra memoria porque eran divertidos, inocentes, aventureros, y protagonizados por un niño, con el que nos era fácil identificarnos.
La historia es bien conocida. Según Bastián va leyendo el libro, va enredándose en la historia que cuenta, la búsqueda de Atreyu, un niño guerrero, de un remedio para la enfermedad de la Emperatriz infantil, quien comanda el reino donde viven, Fantasia. Bastián va metiéndose cada vez más en la historia, tanto, que termina formando parte de ella, formando parte de los problemas, pero también de las soluciones.
La novela nos encantó cuando éramos niños, pero una vez leída de adultos, el mensaje que destila la historia es de lo más cercano a la búsqueda de uno mismo que podemos encontrar. Cientos de libros de autoayuda que contienen el mismo mensaje, y peor contado, que este libro que ya habíamos leído cuando niños.
Fantasía tiene un problema, y es que están apareciendo lugares con la “Nada”, una especie de vacío que va arrasando todo lo que encuentra. Es peligroso quedarse mirándola fijamente, porque te atrapa, y jamás puedes volver a salir de ella.
Atreyu es designado por la Emperatriz Infantil para buscar el remedio a su enfermedad, con la que acabarían también las “Nadas”. Busca por todo el territorio, pero se da cuenta de que necesita la ayuda del otro mundo, del mundo real, de aquel que está leyendo la historia, Bastián.
Bastián tiene miedo de dar el salto al reino de Fantasía, pero decide dar el salto. Pronto llegan a la conclusión de que la Nada es debida a que los hombres ya no crean, ya no imaginan, y por ello Fantasía está desapareciendo.
Mil peripecias ocurren en sus viajes, y Bastián se da cuenta de que cada vez es menos hombre, cada vez está más alejado del mundo real. Cuando ya forma parte completamente de Fantasía, y se da cuenta de que eso no está solucionando el problema, si no más bien agravarlo, ya que sus recuerdos se han perdido.
Todo el periplo, todo el libro, es un ejercicio de autoconocimiento. En él están todas las claves para saber reconocerse uno, para darle la importancia que tiene a este descubrimiento, y para saber ser humilde para aceptarlo. Hay amigos que siempre acompañan, hay pruebas que enfrentan a uno mismo, hay invitaciones a olvidarse de la importancia de uno mismo, hay acertijos que deben resolverse, siempre en la misma dirección.
Michael Ende, el autor, lo resume perfectamente: “Cuando nos fijamos un objetivo, el mejor medio para alcanzarlo es tomar siempre el camino opuesto. No soy yo quien ha inventado dicho método. Para llegar al paraíso, Dante, en su Divina comedia, comienza pasando por el infierno. (···) Para encontrar la realidad hay que hacer lo mismo: darle la espalda y pasar por lo fantástico. Ése es el recorrido que lleva a cabo el héroe de La historia interminable. Para descubrirse, a sí mismo, Bastián debe primero abandonar el mundo real (donde nada tiene sentido) y penetrar en el país de lo fantástico, en el que, por el contrario, todo está cargado de significado. Sin embargo, hay siempre un riesgo cuando se realiza tal periplo; entre la realidad y lo fantástico existe, en efecto, un sutil equilibrio que no debe perturbarse: separado de lo real, lo fantástico pierde también su contenido.”
La lectura de La historia interminable tiene un efecto importantísimo sobre Bastián, quien, a fin de cuentas, somos nosotros mismos. El viajar por Fantasía, el imaginar, el imaginarse, es el primer paso para el cambio real que sucede en Bastián. Es necesario imaginarnos consiguiendo el objetivo para alcanzarlo. A Bastián le costó casi la vida, porque después de imaignar, hay que volver al mundo real. Es necesario combinar ambas. Michael Ende lo clava al decir que “todo dentro de Fantasía tiene sentido”.
Como bien dice el señor Koreander, es una suerte tener un amigo en Fantasía. Y esa suerte no la tienen todos.
Aunque… eso es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión.