Un amigo no dejaba de desear “Terrible Año Nuevo!” a todos sus conocidos. Cuando le pregunté por qué, me respondió diciendo que “Todo el mundo dice aprender mucho de los malos momentos, y yo quiero que sean más listos cada vez”. Le pregunté si no había otra manera de formular ese deseo. Se tomó un momento para pensar y dijo… “Te deseo un año sin malos momentos, pero, si los hubiera, que puedas aprender de ellos para que cada vez haya menos malos momentos”. Me dijo que le gustaba más. Le dije que a mi también. Me dijo que yo era un buena coach. Le dije que no tenía mucho mérito, que esta conversación era inventada, y que él era imaginario. Sonrió.