La película Boyhood, que se ha estrenado estas semanas en España, cuenta la infancia y adolescencia de un niño en Texas, con la particularidad de que la película se ha rodado en 12 años, manteniendo a los mismos actores durante todo ese periodo, con lo que se hace muy fácil y placentero acompañarles en este viaje. Richard Linklater es el director de esta original película, que recuerda a las novelas de Richard Ford, en las que la cotidianidad se convierte por arte de magia en un interesante milagro.
Boyhood es una película sin explosiones, sin efectos especiales, sin sexo, sin momentos cumbres, sin lágrimas. Simplemente rodando retales de la vida del personaje principal se confecciona una historia que refleja su crecimiento. La clave está en que es inevitable identificarse con él, puesto que crecer es algo que todos hemos compartido. (Y… cuando dejamos de crecer y pasamos a envejecer?) Todos nos hemos preguntado para que sirve este regalo que nos dieron, esto de estar presente día tras día en el planeta Tierra. Y todos sabemos que no hay respuesta.
Hay una canción que suena en la última hora de la película, y que la resume perfectamente. Se titula “Hero”, del grupo Family of the year.
Let me go
I don’t wanna be your hero
I don’t wanna be a big man
I just wanna fight with everyone else
Hoy en día cualquiera quiere ser héroe, y la palabra ha tornado a ser usada en exceso. Cada partido del fin de semana hay un héroe, y para ello sólo tiene que marcar un gol en un empate a cero. Qué diferencia de los héroes de las historias mitológicas griegas, que debían luchar contra ejércitos y dioses. La palabra ha perdido su valor, ya cualquiera puede ser señalado como un héroe.
Y sin embargo.. que bueno es no sentirse especial para los demás, si no ser especial para uno mismo. No quiero ser parte de tu espectáculo, no quiero danzar a tu ritmo. Quiero ser yo mismo, como cualquier otro.
Your masquerade
I don’t wanna be a part of your parade
Everyone deserves a chance to
Walk with everyone else
No es necesario ser extraordinario para tener una vida extraordinaria. Cada vida, en su individualidad, y también en su cotidianidad, es extraordinaria. A veces se nos olvida, y por suerte contamos con Richard Linklater para recordárnoslo.
Seguramente el director gane muchos premios. Quizá hasta le den un Oscar. No creo que le importe más que disfrutar un proyecto como este, 12 años de fe, rodando un proyecto que no sabía como iba a terminar, disfrutando cada uno de los pasos que daba, convirtiendo el agua en vino, el día a día en la mejor de las historias.