Suiza no forma parte de la OTAN, ni de la UE. Durante la Primera Guerra Mundial dio asilo a Lenin, y no fue invadida en la Segunda Gran Guerra, a pesar de los muy detallados planes de Alemania para conseguirlo. Tiene cuatro idiomas oficiales, es la casa de Roger Federer, y si se reúnen 50.000 firmas de ciudadanos se puede bloquear una ley aprobada por el parlamento. Suiza defiende el secreto en las cuentas bancarias, y su ejército funciona por milicias. Es decir, los ciudadanos forma parte de la reserva del Ejército, incluso deben proteger su equipo militar dentro de su propia casa. Suiza no tiene salida al mar, pero ha conseguido que uno de sus barcos gane la competición deportiva más antigua, la Copa América de vela. No participa de los foros internacionales, excepto para mostrar neutralidad. Suiza tiene un PIB per cápita de 67.000 € anuales, y un salario mínimo mensual de 3.300 €.
Suiza tiene un plan. Sus ciudadanos han reflexionado sobre lo que les conviene, sobre lo que quieren ser, y han decidido al respecto. Se puede compartir o no sus políticas, se puede estar en contra de muchas de las cosas que los suizos proponen. Pero no se puede dudar de que funciona. Suiza es como quiere ser.
Cada país tiene una historia, que le ha llevado a ser quien es en la actualidad. Cada país ha tomado sus propias decisiones, que han definido su carácter y su personalidad. Cada país decide su futuro.