Keith Richards, el largo plazo y la Restauración.

Keith Richards siempre ha sido nocturno. Cuando preparaba un disco junto a los Rolling Stones, despertaba normalmente a las cuatro o cinco de la tarde, y comenzaba a grabar a partir de las doce de la noche. Estando de gira se despertaba justo para comenzar a tocar en el concierto. De hecho, sus compañeros tenían miedo de sus despertares abruptos, y enviaban a despertarle a su hijo Marlon, convencidos de que no sería capaz de hacerle nada malo. Y es cierto que tenía un mal despertar. Keith, consciente de ello, y de que la actuación debía comenzar lo antes posible, comenzó a dormir con la ropa con la que iba a actuar. De esa manera evitaba posibles retrasos en el comienzo del show. A su manera, pensaba en el largo plazo.

Una de las quejas más habituales sobre la situación política actual, y quizá una de las más razonadas, es que no se deben reducir las inversiones en Investigación y Desarrollo, ya que aunque el retorno de dicha inversión sea a largo plazo, es necesario para poner unas bases industriales y económicas.

Uno de los motivos para no incrementar las partidas de I+D es que los votantes no veremos el resultado de las iniciativas tomadas antes de las siguientes elecciones, con lo que los políticos pueden pensar que el votante no las tendrá en cuenta a la hora de depositar su voto cuatro años después. El corto plazo, los cuatro años, es lo que vence.

Durante la Restauración en España hubo algo que se llamó la alternancia de partidos. Dos partidos diferentes se repartían durante mandatos de cuatro años el poder, respetando unas pautas básicas de actuación. Cada cuatro años uno de ellos tomaba el poder, dejando al otro en la oposición, seguro de que a los cuatro años volvería a asomarse al poder. Parecido a lo que nos podemos encontrar hoy, pero oficialmente instaurado.

Propongo. Ya que hay muchas quejas y pocas soluciones….. Propongo, que al igual que Keith Richards, pensemos en el largo plazo, en nuestras necesidades futuras. Propongo que los mandatos políticos sean de ocho años, para que los gobernantes puedan centrarse en planes estructurales de verdad, que piensen en qué va a ser mejor para su ciudad o Estado a largo plazo, sin el miedo de tener unas elecciones a la vuelta de la esquina. Propongo que solamente haya un posible mandato, que no se pueda repetir como candidato, para tratar de focalizar todos los esfuerzos en esos ocho años.

Propongo, que el pueblo, sea el que sea, Estado, Comunidad o ayuntamiento, sea consultado cada dos años sobre alguno de los temas concretos más polémicos. Una consulta vinculante a los votantes, que decidirían electrónicamente en una semana al año (a través de internet en su propia casa o en lugares públicos) sobre tres o cuatro temas importantes en los cuales se intuya que la población pueda estar fuertemente dividida. Por poner un ejemplo, en los últimos años podríamos haber recibido consultas sobre la ampliación del aborto, la legalización del matrimonio homosexual, el envío de tropas a Irak o la ampliación de la deuda pública y con qué límite. El resultado, vinculante, deberá ser aceptado por el gobernante. De esta manera nadie podrá erigirse en voz del pueblo, pues el pueblo tendrá su propia voz.

Mirar a largo plazo resolverá problemas futuros. Preguntar al pueblo sobre sus opiniones haran más seguras las políticas. Dormir vestido hará que ningún concierto comience retrasado.

Keith Richards fue un yonqui en la época de mayor esplendor de los Rolling Stones. La droga era su prioridad número uno, lo primero que debía resolver cada día. Sin embargo, nunca canceló un concierto.

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